CUANDO CONOCÍ “EL CATATUMBO”
Una historia de lucha y esperanza
Del Catatumbo solo había leído en los libros de
historia. En la década de 1930 se encontró petróleo en sus selvas, iniciando
con esto una de las etapas más oscuras de la historia del país: el
aniquilamiento de los indígenas barí-motilones; el historiador Renán Vega, le
llamó a esto etnocidio,[2] “una forma de señalar el genocidio, antes y ahora, sobre culturas
prehispánicas, un fenómeno histórico de la colonia que aún en 1930 en Colombia
se presentaba”. Ante el aniquilamiento los indígenas resistieron, tal como
se evidencia en el texto “petróleo y
protesta obrera” los barí-motilones con flechas atacaban a los trabajadores
de las empresas petroleras que se adentraban en sus territorios (una foto de la
época muestra una imagen muy similar a la famosa película Avatar)[3]. La resistencia en el Catatumbo no es
nueva, sus habitantes llevan décadas soportando la rueda engranada del capitalismo,
la región se ha opuesto a acoplarse a esta maquinaria, así hayan padecido
varias masacres.
La otra referencia que conocía de la región eran las
masacres de decenas de campesinos a manos de paramilitares en 1999, me di por
enterado cuando revisaba periódicos de la época para una investigación. En
los periódicos se presentaba la noticia como una horrible masacre en la
que habitantes del municipio la Gabarra no tenían salvación: alrededor de este
hecho se han escrito decenas de publicaciones y hasta se ha solicitado perdón, perdón
públicamente ofrecido por el ejército en cumplimiento de una sentencia de un
juzgado administrativo de Cúcuta [4], aunque
no dio explicación alguna por los horribles hechos, de todos modos no
era necesario, ya todos lo sabemos. La masacre fue tan conocida días
antes, que parecía la novela de García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, donde pobladores de la Gabarra
representaban a Santiago Nasar, se dice que Mancuso días antes, en un
medio local de Norte de Santander había anunciado su entrada a la región del
Catatumbo.
Los libros, revistas, artículos y escritos me daban
una visión de una zona azotada por la violencia, la guerra, el narcotráfico y apabullada
por el capitalismo. Sin embargo, cuando visité el Catatumbo otro fue el mundo
que conocí. Atravesar las vías olorosas a humo, gasolina y gases
lacrimógenos sorteadas por el vehículo en el que me movilizaba, además de los
palos, piedras y barricadas sobre el camino me recordaron antiguos escenarios
de confrontación y protesta estudiantil. Como muchos dicen la “otra Colombia”,
para mí empezó a existir desde el día en que visité al Catatumbo. Ver a los
campesinos, hombres cocinando para sus compañeros, fue algo nuevo, pensar hasta
ese día que en el campo ese tema era un tabú para el hombre, rompió mi manera
de ver al campesinado. Los años de resistencia de alguna manera, si bien no
totalmente, están cambiando las relaciones de opresión sobre la mujer.
Estas últimas líneas responden una pregunta que le puede
surgir a cualquier colombiano que no conozca el campo y es bueno responderla,
¿cómo se ha mantenido el paro un mes?. Durante años de represión y especialmente con
la incursión paramilitar el campesino catatumbero (que palabras más sonora)
aprendió a esconderse de los paramilitares en la selva y en los campos, aprendió a producir y crear lazos de solidaridad para
intercambiar alimentos, a recoger de día para guardar en las noches, a construir
escondites y a cuidar los cultivos. Por ahora durante las protestas, las
mujeres y niños están cuidando el campo, están cosechando, están enviando
alimentos a las zonas de bloqueos, ya que en el sector rural la familia es el
núcleo productivo que debe estar completa para mantener los niveles de
producción, sin embargo, a pesar de esto están comenzando a escasear algunos de
los alimentos, por lo cual las ayudas humanitarias son de vital importancia
para ayudar a estos hermanos en pie de lucha.
A medida que pasaban los días me fui amañando, conocí
a los compañeros de la prensa independiente, ¡más humanos para donde!, me
contaron sus experiencias en el cubrimiento de los hechos sangrientos, me
mostraron los videos con la masacre de los cuatro campesinos, dos el sábado 22
de junio en el aeropuerto y dos el martes 25 sobre el puente llegando a un
sitio conocido como la Y, que comunica a Ocaña con la carretera principal a la
costa. Sí, yo estaba en la vereda Aguas Claras a diez minutos de Ocaña, contigua
al aeropuerto, una pista de aterrizaje con una estructura de tres pisos llamada
torre de control, alrededor de ella vi un campo incendiado por los campesinos
para evitar que aterrizaran helicópteros con antimotines de todo el país.
En el aeropuerto asesinaron a los primeros labriegos, EDISON
FRANCO Y LEONEL JÁCOME, el ESMAD no fue capaz con la fuerza, valentía y número
del campesinado, impotente acudió al ejército para que disparara decenas de
balas sobre los campesinos que protestaban con machetes, palos, piedras y
fuego. Son unos cobardes, los campesinos nos mostraron que los “hombres de
negro” son unos canallas que no pueden con la fuerza del pueblo organizado.
Los otros dos asesinatos se dieron el martes, en esta
ocasión se trató de una emboscada que la policía tenía preparada. Los videos
así lo muestran: miembros del ESMAD en un puente ubicado entre la vereda Aguas
Claras y la Y, retrocedieron, a pesar de tener controlada la situación, las
tanquetas dieron la vuelta dirigiéndose en sentido contrario a los campesinos,
al otro lado de la confrontación sobre una curva en la carretera, antes del
puente, se encontraba el primer grupo de campesinos, sobre la montaña otro
grupo celebraba que el ESMAD retrocediera. Los videos muestran que en ese
momento dos francotiradores de la policía nacional con armas largas ganaban una
pequeña loma a unos 300 metros de los manifestantes, una distancia segura si tu
enemigo está tirando piedras, pero una muerte fehaciente te espera si te
disparan con armas largas, dos de los manifestantes cayeron como lo muestran
los vídeos, uno herido en el pecho dice “me dieron, me dieron” e inmediatamente
es subido a una camioneta, al llegar a la vereda de aguas claras ya estaba muerto.
Una reconstrucción de los vídeos muestra que la policía se retira, luego vienen
los disparos y sale un hombre herido que muere mientras es trasladado. A
estos sucesos criminales por parte del Estado, es a lo que se refiere la ONU en
el informe que sobre esta situación de Derechos Humanos dio en Colombia en días
pasados y que le está valiendo señalamientos y persecución por parte del
ministro de Defensa, iguales a los que someten a diario a los habitantes del
Catatumbo y a sus líderes de forma injustificada e inadmisible.
En el bloqueo tuve la oportunidad de conocer y hablar
con líderes de la protesta, uno de ellos me contó su historia y la de su
familia, cuando tenían que dormir en las noches en los campos huyendo de los
paramilitares, como en la Violencia de los años 50, pensé. Me contó sobre
la masacre de la Gabarra, el papel de los empresarios de la palma después de
que los paramilitares ingresaron a la región y por supuesto me contó sobre sus
luchas pasadas a lo largo de los siete años que lleva la Asociación de
Campesinos del Catatumbo, ASCAMCAT. No era la primera vez que luchaba contra el
Estado y el ESMAD, en años pasados se había enfrentado a autoridades locales, ya
conoce como el Estado actua, pero especialmente ya sabe que su pueblo no se
rinde nada fácil: en una asamblea de campesinos días antes de partir de Ocaña
nuevamente a Tibú, cientos de ellos querían otra vez tomarse la Y, ante la
pregunta, ¿Quiénes están de acuerdo con marchar hacía la Y? casi toda la
asamblea levantó la mano al instante, a pesar de los cuatro muertos encima, no
querían abandonar el sitio, es más su deseo era aumentar el bloqueo, no tenían
miedo a las balas del gobierno genocida. Los líderes muy responsables de la
situación, lograron convencer a la asamblea de que aquella decisión llevaría a más
muertos, efectivamente logré en varias oportunidades constatar que los anillos
de seguridad del Estado estaban compuestos primero por policía con armas largas
y luego por el ESMAD, es decir que lo primero que encontrarían en un eventual
cierre de la carretera serían las balas de francotiradores apostados a lado y
lado de la vía.
Un puesto de salud improvisado llamó la solidaridad de
profesionales y estudiantes de la salud que cada día atendían a decenas de
personas enfermas por gripas, diarreas, dolores musculares y por supuesto
heridos producto de las armas de la fuerza pública quienes arrojaron bombas
aturdidoras directamente a los cuerpos de los manifestantes, balas lacrimógenas
recalzadas con metralla, papas explosivas y hasta molotov como lo muestra el vídeo[5]. Los heridos de bala, ocho en total,
fueron atendidos en hospitales y clínicas de la ciudad. La ayuda en drogas no paró
de llegar y poco a poco se fueron atendiendo a los enfermos y heridos de menor
de gravedad. Entendí después de varios años aquella consigna que
escuchaba “de servir al pueblo”.
En la otra Colombia existen líderes, los que en verdad
conocen los problemas del país porque están inmersos en ellos, Pablo Téllez, un
líder con ya varios años y experiencia, un hombre alto, fuerte por todas las
faenas de trabajo en los cultivos y con una capacidad discursiva
envidiable para cualquier politiquero o académico universitario, su
convencimiento y respeto que traen los años de lucha son capaces de mantener
una asamblea de casi dos mil personas en absoluto silencio, con solo el sonido
de su voz, apoyada de un pequeño megáfono todos escuchábamos a la
perfección sus precisas palabras, lentamente y paso a paso explicaba los
pormenores diarios: los avances o retrocesos de las negociaciones, orientaba
las tareas cotidianas, las críticas respetuosas a quienes cometían errores; el
respeto entre el líder y la comunidad es indiscutible, la forma de dirigirse a
las personas con confianza y firmeza, pero con mucho carisma dan un aire de
entendimiento a pesar de las diferencias.
Junto a don Pablo, Guillermo Quintero y Jhony Abril
aportan la juventud, en decenas de vídeos son la cara de los miles de
campesinos, las historias de vida de Guillermo y su familia en la región me
hicieron sentir un miedo que después de escucharlo unos minutos se
transformó en esperanza, cuando concluía que la resistencia a la
arremetida paramilitar durante una década hizo que los pobres de la región se
volvieran a levantar como nunca antes en su historia.
Estas palabras no pretenden explicar toda la
problemática de la región, para ello existen diversos documentales que en
youtube se pueden encontrar, así como textos sobre la economía de la región, en
estas líneas a manera de crónica solo se da una breve explicación con un rostro
humano de los últimos hechos, esperando que la solidaridad se manifieste en las
ciudades, no es fácil, el cerco mediático ha combinado diversos medios de
represión como los detallados boletines de prensa redactados por el ministerio
de defensa que son repetidos por RCN y Caracol hasta el cansancio, en parte
porque están preocupados por los medios independientes que han cubierto y
visibilizado la noticia. Por encima de los señalamientos, la verdad debe
florecer, esa verdad de los miles de campesinos que buscan su sustento diario
en las jornadas diarias sobre la tierra.
Los últimos hechos que no me he perdido por
televisión, especialmente por PRENSA RURAL y TELESUR, siguen mostrando la
fortaleza de la lucha campesina en la región, 33 días llevan resistiendo y para
el dolor del gobierno siguen llegando más campesinos a Tibú, municipio donde se
concentraron los manifestantes. Hasta el momento el gobierno no ha podido con
sus tres armas acabar con el movimiento: la represión, que incluyó una masacre
(el general Palomino dijo que las protesta se tenían que romper primero, para
luego entrar a negociar), las falsas promesas de la negociación, y el
señalamiento y estigmatización contra los líderes, ninguna de ellas ha
dado, la represión fue vencida con la misma resistencia, en las negociación los
líderes campesinos no se dejaron engañar y los señalamientos contra César Jerez
están siendo frenados con la solidaridad de organizaciones nacionales y
mundiales que han llamado al gobierno a retractarse.
[1] Historiador, Activista
del Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo - MODEP
[2] Vega cantor y
Aguilera Mario. Obreros, colonos y motilones: una historia social de la
concesión Barco 1039-1960. Fedepetrol, 1995, 315 páginas.
[3] Vega Cantor, Renan.
Núñez Espinel, Luz Ángela. Pereira Fernandez, Alexander. Petróleo y protesta
obrera: La Unión Sindical Obrera (USO) y Los Trabajadores Petroleros en
Colombia (1923-2008). Corporación para el Fortalecimiento de la Función Social
Aury Sará Marrugo, 2010.
Dejo estos vínculos para que los socialicen en la web, los compartan con sus familiares y amigos, y ayuden a difundir el apoyo que se necesita, porque la “solidaridad es la ternura de los pueblos”.
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